martes, 29 de noviembre de 2011

Siete Picos por la cara sur [RUTA]

Después de unas semanas sin salir al monte debido al mal tiempo, el pasado fin de semana hice una marcha por la Sierra de Guadarrama que tenía en mente desde hacía varios años: la cara sur de Siete Picos. Hasta entonces sólo había subido a este peculiar conjunto de cimas desde el Puerto de Navacerrada, con la compañía constante del consabido gentío. La cara sur, sin embargo, es mucho menos transitada y, desde mi punto de vista, mucho más atractiva.

No eran todavía las 9 de la mañana cuando dejé el coche en el aparcamiento de las Dehesas de Cercedilla, punto donde arranca la ruta circular que realicé y cuyo recorrido he marcado en la siguiente captura de Iberpix.


Recorrido: Dehesas de Cercedilla, Pradera de la Fuenfría, Ducha de los Alemanes, Senda Victory, Pradera de Navarrulaque, Camino de la Pata la Cabra (Senda Herreros), Fuente de los Acebos, cumbre del último de los Siete Picos, Collado Ventoso, Senda de los Alevines, Pradera de Navarrulaque y vuelta a las Dehesas por la Carretera de la República.

Duración: yo tardé aproximadamente 7 horas y media, pero paré constantemente a hacer fotografías, así que seguramente se pueda hacer en bastante menos tiempo.

El Valle de la Fuenfría presentaba un aspecto formidable con todos sus arroyos cargados de agua corriendo por aquí y por allá, sus helechos ya naranjas y sus pinos siempre verdes, ajenos -al menos en apariencia- al paso de las estaciones. El camino comienza pronto a ganar altura y alcanza la Pradera de la Fuenfría, donde debemos tomar la pista conocida como Carretera de la República, momento en que no pude resistir más la tentación de montar el trípode y fotografiar uno de los múltiples arroyos que bajaban cargados de agua.


Como puede observarse en el mapa, al poco tiempo de haber cogido la pista sale a nuestra izquierda un camino que nos conducirá en apenas cuatrocientos metros –según el cartel, pero probablemente sean menos- hasta la Ducha de los Alemanes, uno de los saltos de agua más conocidos de la Sierra de Guadarrama.




Al pasar junto a esta pequeña cascada tenemos que seguir la Senda Victory, señalizada en todo momento con puntos morados.




Este camino es tan poco transitado como agradable de recorrer. En varias ocasiones pasa junto a bosquecillos de robles que, en esta época del año, presentan un aspecto otoñal que contrasta con los verdes pinos.


Hay un momento en que la senda coincide con otro camino marcado con puntos rojos, por lo que debemos estar atentos al momento en el que ambos vuelven a separarse. Finalmente llegaremos a la Pradera de Navarrulaque, conocido cruce de caminos donde tomaremos la Senda Herreros, que se dirige hasta la Pradera de Siete Picos y que en su primer tramo es también conocida como Camino de la Pata la Cabra. Apenas nada más tomar esta senda nos encontramos con un original cartel señalizador, donde decido parar a descansar un rato.


Reanudo la marcha y de repente aparece frente a mí la canal por la que tengo intención de subir. Vista desde aquí parece más empinada de lo que había apreciado en otras fotos, lo cual me hace dudar de si es o no buena idea subir por ella.


Poco después de pasar junto a la Fuente de los Acebos decido finalmente abandonar la Senda Herreros y comenzar a subir por la canal, al menos voy a intentarlo, y si la cosa se pone muy complicada, pues media vuelta y a otra cosa.

El principio se sube bastante bien, y hasta es frecuente encontrar hitos que nos señalan la zona más fácil por la que ascander. Pero poco a poco el tema se va complicando, no porque haya pasos complicados, sino porque los piornos y los enebros van siendo cada vez más abundantes y en ocasiones no queda más remedio que dar rodeos y más rodeos para encontrar una zona de paso. En cualquier caso, según se va ganando altura las vistas compensan el esfuerzo.




Mi consejo para cualquiera que quiera intentar subir por esta vía es muy sencillo: calma, muuucha calma. En varias ocasiones tuve la sensación de estar muy cerca de la salida y, sin embargo, la abundante vegetación hace que unos pocos metros tarden en recorrerse más tiempo del que a simple vista podemos calcular. Ya en la zona final me desvié hacia la derecha para fotografiar el último de los Siete Picos y parte de la cuerda desde una perspectiva poco habitual.


Después de un breve descanso recorro los últimos metros de la canal y, tras dudarlo unos instantes, me animo subir al séptimo pico.


Para recorrer la cuerda de Siete Picos tenemos al menos dos opciones: ir haciendo la cresta y subir a cada uno de los picos o bien coger un camino que recorre la cresta por su cara norte. Yo fui alternando ambos recorridos y justo entre el segundo y el tercer pico tomé el sendero que desciende hacia el Collado Ventoso. Allí hay que coger la Senda de los Alevines, que nos llevará de vuelta a la Pradera de Navarrulaque tras dejar a la derecha el primero de los Siete Picos, descolgado de la cuerda y conocido como Pico de Majalasna.


Desde la Pradera de Navarrulaque la Carretera de la República nos conducirá hasta la Pradera de la Fuenfría, no sin antes pasar por el Mirador de Vicente Aleixandre y el de Luis Rosales. Ya en el tramo que hay entre la Pradera de la Fuenfría y el aparcamiento de las Dehesas de Cercedilla me detuve a fotografiar el arroyo que discurre junto al camino, una última parada antes de volver al coche tras un intenso día de montaña sobre el que queda flotando la siguiente pregunta: ¿cuándo volveré a subir por esta ruta a Siete Picos?
























miércoles, 9 de noviembre de 2011

Otoño en las Hoces del Duratón

Tras la visita al Hayedo de la Pedrosa era el turno de las Hoces del Duratón, que presentaban un aspecto mucho más otoñal, con una variedad infinita de tonos amarillos y anaranjados. Visto desde arriba, el cauce del Duratón parecía una serpiente dorada que se abría paso entre los imponentes acantilados.


Tanto esta foto como las que siguen a continuación no son del pasado fin de semana, sino del anterior, así que supongo que los árboles habrán perdido ya parte de la gran cantidad de hojas que entonces exhibían sus ramas. El suelo ya era en aquel momento una autentica alfombra de hojarasca, por lo que a día de hoy debe de haber un mullido colchón de hojas de considerable grosor.


Y como siempre miles de detalles que nos sorprenden casi a cada paso si nos detenemos a observar con atención.


A veces se hace complicado reflejar a través de la cámara lo que uno está viendo y hay que recurrir a técnicas fotográficas que nos permitan transmitir ese dominio total del amarillo sobre el resto de colores. Un buen trípode, una velocidad de obturación baja, un ligero golpe de zoom y…


En algunos árboles podía apreciarse todavía el tránsito hacia el otoño. Sus hojas recorren el camino del verde al amarillo con tranquilidad, como si se recrearan en la transformación.



El Duratón acoge generoso en su lecho las hojas que se desprenden de los árboles, que pronto son cubiertas por los sedimentos del río…


… mientras en la orilla algunos ejemplares muestran orgullosos sus intensos colores.


El camino se bifurca ante dos troncos que ven pasar al día junto a ellos a cientos de personas.


Caminar entre estos árboles otoñales es siempre un placer.


Y contemplar desde arriba sus doradas copas…


…quizá nos acerque a lo que los buitres, dueños y señores del Duratón, pueden ver desde allá arriba.


Y con esta imagen me despido del otoño. Ya han llegado las primeras nieves y pronto los árboles se quedarán sin hojas. Ha sido corto pero intenso, y sobre todo un auténtico placer.




miércoles, 2 de noviembre de 2011

Otoño atípico en el Hayedo de la Pedrosa

El otoño ha tardado mucho en llegar y, al ritmo que lleva, va a tardar muy poco en irse. El Hayedo de la Pedrosa, también conocido como Hayedo de Riofrío de Riaza, es una muestra clara de ello. Si la semana pasada podía leerse en diferentes foros que quizá le faltara un punto para estar plenamente otoñal, este fin de semana ya estaba prácticamente sin hojas, salvo en la zona por la que desciende el río Riaza.

En cualquier caso, un hayedo es siempre un lugar que encierra un sinfín de rincones por descubrir, y el de la Pedrosa no es una excepción. Vecino del de Tejera Negra, este hayedo destaca por las tortuosas ramas de sus bellos ejemplares, que en ocasiones arrancan desde el mismo suelo.



Debido a las escasas y tardías lluvias de este otoño es difícil encontrar setas, pero siempre hay alguna dispuesta a servir de asiento a las hojas que se desprenden de las ramas.



Una alfombra de hojas tapiza el suelo de este pedregoso bosque, los troncos de las hayas parecen brotar del mismo manto de hojas secas.



Y siempre, nos fijemos donde nos fijemos, una infinidad de detalles en los que recrearse.



Según vamos ascendiendo los troncos de las hayas van siendo cada vez de mayor grosor y el musgo encuentra con facilidad una superficie en la que asentarse.






Hay zonas que son un verdadero caos de ramas, troncos y tocones. Debemos tener cuidado al andar, pues debajo de las hojas se esconden raíces y ramas que nos harán tropezar con frecuencia.






Los líquenes compiten con el musgo por hacerse con la mayor superficie posible de los troncos y ramas de las hayas.



Y ya de nuevo en la parte baja del hayedo el río Riaza va saltando de roca en roca durante los primeros metros de su recorrido, alejado todavía de su desembocadura en el Duero.



Pues esto ha sido todo, una agradable visita que recomiendo al 100% a cualquiera que esté pensando en hacerse una escapada otoñal.