Uno de los aspectos que más me ha atraído siempre de la fotografía es el hecho de que gracias a una cámara de fotos podemos captar la realidad de maneras muy distintas a como la percibimos habitualmente. El ejemplo clásico es el de las fotografías con velocidad de obturación lenta, que nos permiten captar el movimiento, o muy rápida, que nos permiten congelar un instante que de otro modo se perdería en la secuencia. Es el ejemplo clásico, pero no el único.
Mirar a través de un teleobjetivo es como tener un par de ojos adicionales que nos permiten llegar donde los nuestros no llegan o, mejor dicho, nos permiten aislar detalles de una escena más general en la que con frecuencia pasan desapercibidos. Es por ello que siempre que tengo ocasión "tiro de tele" y examino pieza a pieza, como si de un puzzle se tratara, el paisaje que tengo delante. Durante mi viaje a las Dolomitas repetí este divertido ejercicio en varias ocasiones, he aquí una selección de 5 de esas imágenes que sin la ayuda de un teleobjetivo no habría podido traerme a casa.