miércoles, 26 de octubre de 2011

Fotografía de montaña en blanco y negro

Hace ya algunos años, mientras ojeaba un libro de historia del alpinismo, me di cuenta de que esas fotografías en blanco y negro de cumbres inalcanzables tenían un carácter especial. Eran menos llamativas e impactantes que las páginas a todo color de los libros actuales, pero, no sé si por su antigüedad o por el uso del blanco y negro, me transmitían unas sensaciones totalmente diferentes a las que me provocaban las coloridas imágenes a las que hoy estamos acostumbrados. En cualquier caso, fue allí donde surgió la iniciativa: ¿por qué no iniciar una serie de fotografías de montaña en blanco y negro? Desde entonces, en cada salida al monte que hago trato de volverme con alguna imagen en la tarjeta que pueda funcionar sin colores de por medio. A continuación os dejo una pequeña muestra del trabajo realizado hasta ahora.

De camino al Risco de los Claveles desde Peñalara.



Laguna Grande de Peñalara.



De camino a la cumbre de Peñalara.



Tubo de La Ceja.



Laguna de los Claveles.



La Ceja.



Vistas desde la cumbre de Peñalara.



Vía de subida a Dos Hermanas (Hermana Mayor).



Risco de los Claveles.


Nota: todas las imágenes están tomadas en el Parque Natural de Peñalara.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Gredos: Cabeza Nevada, Cinco Lagunas y La Galana [RUTA]

El pasado fin de semana hice una de las rutas más bonitas que en mi opinión se pueden hacer en Gredos. Además del atractivo que ya de por sí tiene toda ruta circular, ésta que propongo a continuación -y con la que doy por inaugurado este blog- nos permite recorrer algunos de los lugares con más encanto del Circo de Gredos, entre los que merecen especial mención la zona de Cinco Lagunas y la escarpada cumbre de La Galana.

Recorrido: Plataforma de Hoyos del Espino, Los Barrerones, Laguna Grande, Cabeza Nevada, Portilla del Pluviómetro, Circo de Cinco Lagunas, Portilla de Cinco Lagunas, Venteadero, La Galana, Venteadero, Canal de los Geógrafos, Laguna Grande (refugio Elola).

Duración: 10 horas y media aproximadamente. A buen paso, pero incluyendo pequeñas paradas para comer, beber y hacer las fotos que ilustran este reportaje.

A las 8 menos cuarto salí de la Plataforma de Hoyos del Espino y comencé a subir Los Barrerones, primera dificultad montañosa del día y magnífico mirador del Circo de Gredos. Aún no ha amanecido, pero el cielo comienza ya a clarear. Poco a poco las estrellas van desapareciendo y el horizonte empieza a teñirse de tonos magentas y morados que contrastan con el amarillo intenso del suelo, totalmente seco por la falta de lluvia en los últimos meses.


Durante este primer tramo del recorrido la mochila se hace pesada. Tengo pensado pasar la noche en el refugio Elola, y eso implica llevar un peso adicional al que el cuerpo no está del todo acostumbrado. La Luna -en fase decreciente- me vigila desde lo alto, testigo único de mi lento pero constante caminar por un camino que verá pasar en pocas horas a cientos de personas.


Ha pasado una hora desde que comencé la marcha cuando por fin las agrestes cimas del Circo de Gredos asoman en el horizonte, siempre solícitas para dar la bienvenida a todo el que decide visitarlas. En la siguiente imagen pueden observarse algunas de las cumbres principales: a la izquierda destaca la característica silueta del Almanzor, siguiendo la cuerda encontramos la erguida y afilada cumbre de La Galana y, ya a la derecha del todo, la cima de Cabeza Nevada o Mogota del Cervunal.



Desde Los Barrerones puede observarse ya la Laguna Grande. Junto a ella se encuentra el refugio Elola, donde dejaré antes de proseguir mi ruta gran parte del peso de mi macuto.


El camino de descenso es cómodo y en poco más de dos horas desde que comencé a andar llego al refugio, no sin antes detenerme a fotografiar la Laguna Grande y el reflejo del Almanzor en la misma, que le sirve de espejo mientras la nieve, o mejor dicho su ausencia, lo permita.




Tras dejar el saco y la comida para la cena y el desayuno del próximo día en el refugio prosigo mi ruta, que ahora se dirige bordeando la laguna por el lado contrario hacia las faldas del Risco Negro, en busca del paso que da acceso a la parte baja del Gargantón.


Mi sombra es mi fiel compañera durante todo el recorrido gracias a un intenso sol.


Las vistas justo antes de bajar al Gargantón merecen unos minutos de descanso para contemplar el paisaje.


Una vez alcanzada la parte baja del Gargantón comienza el ascenso por un camino siempre bien señalizado que nos llevará, si no lo abandonamos, hasta la Portilla del Rey. Pero antes hay, por lo menos, dos desviaciones marcadas con hitos que salen a la derecha. La primera nos llevará hasta la cresta este de Cabeza Nevada, y un poco más adelante sale la que se dirige hacia la Portilla del Pluviómetro. Decido tomar la primera de ellas, que sale justo después de pasar junto a la roca que se observa en la siguiente foto.


El camino hitado asciende ahora entre rocas y en poco tiempo alcanza la cresta este de Cabeza Nevada, desde donde se asciende por una pedrera hasta su cumbre.


Han pasado 5 horas desde que comencé la ruta cuando decido continuar por la cresta hasta la Portilla del Pluviómetro, por un camino marcado por hitos que debemos seguir con atención si no queremos enriscarnos. Las vistas a Cinco Lagunas son espectaculares en todo momento. En la imagen siguiente pueden verse las tres lagunas superiores: la Cimera, la Galana y la Mediana. Un poco más abajo, la Laguna de Brincalobitos y la Laguna Bajera completan el singular paraje.


Una vez alcanzada la Portilla del Pluviómetro abandono la cresta y dirijo mis pasos hacia la Laguna Bajera. La canal de descenso tiene mucha piedra suelta y se me hace bastante pesada de bajar, pero la belleza del lugar compensa el cansancio de las piernas. Desde la inferior de las cinco lagunas el camino remonta por el margen izquierdo ésa y las tres siguientes, para, justo entre la Galana y la Cimera, pasar al lado derecho según se asciende. Tras rodear la Laguna Cimera, justo bajo la Portilla de Cinco Lagunas, decido descansar un rato y comer. El ascenso a la citada portilla y un sol de justicia serán mi digestión.


Desde la Portilla de Cinco Lagunas, que subo en apenas tres cuartos de hora, la vista del camino recorrido es para enmudecer.


Tras un breve descanso continúo la ruta prevista, que se dirige ahora por un camino pedregoso por la ladera Suroeste de los Riscos del Gutre hacia el Venteadero, desde donde podemos observar ya la cumbre de La Galana, el próximo objetivo.


El camino desde el Venteadero hasta la cima de La Galana parece sencillo, una pedrera sin demasiadas complicaciones, pero esto sólo es cierto para los primeros metros de ascensión. Aunque desde el Venteadero no se aprecia bien, antes de llegar a la cima tendremos que pasar por la Muesca de la Galana, una hendidura en plena cresta a la que hay que descender y desde la que se afronta la parte final y más comprometida de la subida, que puede apreciarse en la siguiente imagen. Los pasos no son complicados para alguien acostumbrado a las trepadas, pero la subida es muy expuesta y la caída sobrecogedora. Me pongo el casco para afrontar este delicado tramo que solamente recomiendo hacer si se tiene mucha soltura en trepadas y la confianza suficiente. Ante la duda, mejor no intentarlo.


Para acceder a la cima hay que superar varios pasos comprometidos, sobre todo en los últimos metros. Es la tercera vez que subo y las tres me ha impresionado la estrechez de la cumbre y el equilibrio imposible en que se encuentran los bloques que la forman. Coincido arriba con un grupo numeroso de gente que ha subido justo delante de mí. Las vistas hacia Cinco Lagunas son espectaculares.


Hace 8 horas y media que comencé a caminar y todavía me queda el descenso hasta el refugio, por lo que decido no permanecer mucho tiempo en la cima de La Galana y volver de nuevo al Venteadero para iniciar el descenso final. No descubro nada nuevo si digo que la mayoría de los accidentes se producen en la bajada, así que si la subida a La Galana hay que hacerla con mucho cuidado, la bajada habrá que realizarla con mayor precaución todavía. Una vez descendido el tramo más comprometido alcanzo de nuevo la Muesca, donde me tomo un respiro antes de dirigir mis pasos de nuevo hacia el Venteadero.


Antes de comenzar el último tramo de descenso el Venteadero nos ofrece la que probablemente sea la vista más clásica del Ameal de Pablo, cumbre que cambia totalmente de aspecto en función del punto desde el que se observe.



Precisamente junto al Ameal debemos pasar para descender por la Canal de los Geógrafos, que nos llevará hasta las inmediaciones del refugio Elola. Este tramo de descenso lo hago bastante despacio, las rodillas se van quejando ya de un largo e intenso día de montaña.


Y por fin, el refugio, al que llegaré después de 10 horas y media de caminata desde que dejara el coche esta mañana. Mis piernas desean estar ya allí, mi mente me pide seguir soñando despierto horas y horas.


Tras una copiosa cena y una noche en la que dormí casi del tirón, a las 7 de la mañana comienza el movimiento en la habitación del refugio. Me visto, recojo el saco y, tras un breve desayuno, salgo a intentar captar con la cámara esos reflejos de las cumbres en la Laguna Grande que el día anterior, -algo más tarde y con peor luz- me habían dejado con la miel en los labios. He aquí el resultado.


Después de disfrutar de este mágico amanecer sólo quedaba subir Los Barrerones y bajar hasta el coche, camino que hice con total calma y con infinidad de imágenes del recorrido del día anterior en la mente. Adiós, Gredos, hasta la próxima, quizás con nieve ya sobre tus cumbres.