miércoles, 2 de noviembre de 2011

Otoño atípico en el Hayedo de la Pedrosa

El otoño ha tardado mucho en llegar y, al ritmo que lleva, va a tardar muy poco en irse. El Hayedo de la Pedrosa, también conocido como Hayedo de Riofrío de Riaza, es una muestra clara de ello. Si la semana pasada podía leerse en diferentes foros que quizá le faltara un punto para estar plenamente otoñal, este fin de semana ya estaba prácticamente sin hojas, salvo en la zona por la que desciende el río Riaza.

En cualquier caso, un hayedo es siempre un lugar que encierra un sinfín de rincones por descubrir, y el de la Pedrosa no es una excepción. Vecino del de Tejera Negra, este hayedo destaca por las tortuosas ramas de sus bellos ejemplares, que en ocasiones arrancan desde el mismo suelo.



Debido a las escasas y tardías lluvias de este otoño es difícil encontrar setas, pero siempre hay alguna dispuesta a servir de asiento a las hojas que se desprenden de las ramas.



Una alfombra de hojas tapiza el suelo de este pedregoso bosque, los troncos de las hayas parecen brotar del mismo manto de hojas secas.



Y siempre, nos fijemos donde nos fijemos, una infinidad de detalles en los que recrearse.



Según vamos ascendiendo los troncos de las hayas van siendo cada vez de mayor grosor y el musgo encuentra con facilidad una superficie en la que asentarse.






Hay zonas que son un verdadero caos de ramas, troncos y tocones. Debemos tener cuidado al andar, pues debajo de las hojas se esconden raíces y ramas que nos harán tropezar con frecuencia.






Los líquenes compiten con el musgo por hacerse con la mayor superficie posible de los troncos y ramas de las hayas.



Y ya de nuevo en la parte baja del hayedo el río Riaza va saltando de roca en roca durante los primeros metros de su recorrido, alejado todavía de su desembocadura en el Duero.



Pues esto ha sido todo, una agradable visita que recomiendo al 100% a cualquiera que esté pensando en hacerse una escapada otoñal.


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